DONDE ESTA?

DONDE TERMINA EL ARCO IRIS


Recalando con Toni López

Dicen que hay un tesoro escondido donde termina el arco iris. Toni fue a buscarlo. Provocativo y transgresor, Juan Antonio Franklin López es quizá el navegante más controversial del Río de la Plata. Explosivo y marginal, se lo encuentra sin embargo en el centro de la tormenta. En el ojo mismo del huracán. Hoy recorre el Sur del país en su moto empujando en toda la costa patagónica la ley “Gaucho Rivero” que se va convirtiendo en realidad. Su vida es ya una leyenda en la que el héroe y el forajido se amalgaman para dar vida a este navegante sobre el cual hay una sola cosa que ni siquiera sus más acérrimos detractores pueden cuestionar: su dominio del mar. Un viaje a Ushuaia, dos a Malvinas, varios a Brasil y nueve cruces del Atlántico le han valido el título nobiliario de Pastor de Delfines a este marino que regresó al terruño “con toda la mar detrás”.

La Recalada: Existe el llamado del mar?
Toni López: Sí, existe.
LR: Cómo siente el nauta el llamado del mar?
TL: Creo que es algo que está ahí latente. Una vez subiste a un aliscafo, otra vez fuiste a ver un barco en el Puerto para el 9 de julio, viste una película de piratas y ahí se va haciendo una ensalada de Sandokan, Spiro, Vito Dumas, Buchardo y hay como una imagen romántica hasta que en un punto esa imagen se transformó en una necesidad práctica, es decir: vamos a navegar! Yo había navegado muchas veces antes de tomar esa decisión de hacer de navegar parte de mi vida. Había navegado como invitado una tarde en un velero, en un bote, en una lancha. Pero después, cuando sentí el llamado del mar, supe que no había vuelta. No es como ir a pasar un día en el Delta, o cuando te invitan a navegar una tarde en el velero de un amigo. Uno sabe que va a una parte nueva de la vida.
LR: Qué deja atrás el navegante para acudir al llamado del mar?
TL: Todo. Cuando yo compré mi primer barco, me di cuenta que todo había cambiado. Ya nada era igual después del barco. Tuve que cambiar mi vida. Tuve que cambiar de casa y de pareja. Había comprado un barco para irme.
LR: Es diferente la vida del navegante de la del hombre sedentario?
TL: Sí. Absolutamente. El navegante es un hombre que se acostumbra a vivir en relación directa con la naturaleza. Cuando navega o cuando está amarrado, con el viento, con la marea y con la corriente. No es necesariamente una condición nómade. No hace falta un estado perpetuo de navegar. Están los problemas de navegación y están los problemas de puerto. Llega un momento que descubrís que en navegación tenés menos problemas que en puerto. Nada más alejado de la vida normal en una ciudad que lo que es navegar. Por ahí al navegante le resulta más fácil entenderse con el pescador, con el campesino. Pero está muy distante de la vida del hombre de la ciudad.
LR: A qué sueños renuncia el navegante?
TL: Cuando yo me fui, para irme necesitaba dejar todo. Hoy me doy cuenta que mi vida tiene que ver con el mar pero no preciso dejar nada. Pero hizo falta que un día deje todo para darme cuenta de esto. Por ejemplo, dejé de andar en moto. Sir Robin Johnston dejó la marina mercante. Esa elección que uno hace de un modo de vida, de navegar, implica necesariamente dejar de lado lo que se supone que tenés que hacer para entrar en los patrones sociales. Vos no precisás decidir irte a navegar y ser el resto de tu vida un marino de barba y pipa. Vos podés disfrutar este tipo de vida y luego regresar a este otro tipo de vida. No se cierran las puertas. No es un salto al vacío.
LR: Hay desafíos náuticos pendientes para un hombre que ha cruzado varias veces el océano?
TL: Sí. Cuando yo pensé que no tenía más desafíos dejé de navegar. Cruzaba el Atlántico tres veces por año, pensé que la tenía absolutamente clara, y ahí me cansé. Vuelvo a navegar cuando encuentro nuevamente el desafío. El desafío ahora para mí tiene que ver con Malvinas, con la ocupación de Malvinas. Pensando en esas cosas es que vuelvo a tener ganas de navegar.
LR: Es más difícil navegar en solitario que con tripulación?
TL: No. Yo creo que es lo mismo. Con tripulación tenés una vida social, diálogo, podés relajarte más tiempo, pero también lo pagás de la misma forma porque a veces uno se confía y el tripulante no está a la altura, y te encontrás con todas las dificultades e inconvenientes de la convivencia en un espacio tan reducido. La maniobra es sólo más cómoda con tripulación que a solas. Pero todo tiene su pro y su contra.
LR: Difiere la técnica de navegación según se navegue en solitario o con tripulación?
TL: Sí. Absolutamente. Hay que ser más conservador yendo solo. Principalmente por el tiempo que te lleva hacer cada maniobra. Ya lo explicó muy bien Jorge González en la entrevista que le hiciste, Con la Proa Hacia el Mar. Comparto totalmente lo que dice sobre este tema.
LR: Qué preparación debería tener un navegante para hacer una navegación en solitario?
TL: En principio, poder salir y volver a la amarra solo. Saber salir, virar por avante, virar en redondo, izar y bajar las velas, fondear. Después es sólo tiempo, confianza, conocer el barco por su movimiento.
LR: Cómo te preparás vos para hacer una navegación en solitario?
TL: No me preparo.
LR: Cómo preparás el barco para una navegación en solitario?
TL: Navegándolo. Salir y dar una vuelta. Si las velas suben y bajan y el motor arranca, sabés que podés navegar. Es cierto que si el barco hace mucho que no navega, a los dos o tres días vas a tener una larga lista de cosas que no funcionan. Pero es lo mismo prepararlo para navegar solo que con tripulación.
LR: Qué es indispensable y qué es impensable llevar?
TL: Indispensable: autopilot y GPS. Impensable no se me ocurre nada.
LR: Cuáles son las maniobras especialmente pensadas para navegar en solitario?
TL: Si el barco está bien, está bien para navegar solo o para navegar con tripulación. La maniobra tiene que correr y tiene que ser simple. Con la manía de la maniobra al cockpit, muchas veces se arman maniobras que complican la maniobra en solitario en lugar de facilitarla. Por ejemplo, si navego en solitario, prefiero tener toda la maniobra de rizos en el palo. Lo mismo la maniobra del spi. La maniobra tiene que ser simple.
LR: Qué elementos facilitan las maniobras en solitario?
TL: El piloto automático. También los enrolladores. Pero la verdad es el autopilot.
LR: Te importa la velocidad cuando hacés navegación de altura en solitario?
TL: No. Uno sabe qué promedio hace el barco en general. No me interesa sacarle un nudo más.
LR: Cómo dormís en solitario en altamar? Y a vista de costa?
TL: Depende. Es un estado de ánimo. Cuando estoy tranquilo, duermo en general desde que amanece hasta el mediodía cuando veo que el barco está establecido. En cambio de noche, a veces se generan situaciones de intranquilidad, uno ve luces y puede llevar tiempo descubrir a qué responden, y uno está intranquilo. Principalmente, es una cuestión de paz interior que ocurre cuando tengo la seguridad de que el barco navega bien, la meteo está bien, no hay nada por delante. No lo planeo. Cuando se da eso, me duermo tranquilo. A vista de costa, tomo más recaudos, necesito calcular qué pasa si se descompone el autopilot, si aparece algún barco, cuánto falta para determinado accidente. Igualmente, en general a la media hora algo me despierta y estoy controlando la situación.
LR: Cómo enfrentás un temporal en altamar?
TL: Amarinás todo antes y esperás que pase.
LR: Y una situación de calma prolongada?
TL: Hay que tener mucha paciencia. En realidad, cuando la calma está muy declarada, no es tan complicada. Lo peor es cuando recién deja de soplar hasta que se plancha, cuando queda esa mar de leva. Pero después, cuando ya está super recontra planchado, ya está, te tirás a dormir y esperás que sople.
LR: Cómo atendés un problema de salud navegando en solitario? O un malestar físico?
TL: Yo nunca tuve. Pienso que hoy en día si me enfermo y estoy cerca de costa lo manejaría con mensajes de texto. Por otra parte, si lo que tenés es un malestar, cuando tenés que hacer cosas, las hacés y listo. Está la adrenalina.
LR: Cuál es la condición más habitual de viento en las travesías oceánicas, ceñidas o francos?
TL: Depende de qué travesías y qué lugar y épocas. No hay un predominante para cruces oceánicos.
LR: Qué papel le conferís al motor en la navegación de altura?
TL: Es importante tener motor, que funcione, que sea confiable. Sirve para cargar las baterías. En una calma puede llegar a ayudar para que no te quedes boyando en el medio del mar y hace la navegación más cómoda porque el barco rola menos. También puede ayudar a hacer alguna maniobra durante un temporal.
LR: Utilizás timón de viento? Qué alternativas hay para timonear?
TL: El timón de viento me parece una antigüedad. Además nunca andan bien. Además del autopilot, no conozco otra alternativa que timonear a mano.
LR: Hay alguna condición en la que prefieras timonear vos, en que el piloto automático no te resulte seguro?
TL: No. Sólo por placer puedo preferir a veces timonear yo.
LR: Hay alguna situación en que consideres que el piloto timonea mejor que vos?
TL: En temporal de popa.
LR: Qué medidas de seguridad adoptás cuando navegás en solitario?
TL: Las mismas que con tripulación. No adopto mayores medidas. No soy muy partidario del arnés porque me resulta incómodo. Sólo lo uso cuando me asusto mucho, y ahí me preocupo de tenerlo bien enganchado.
LR: Cuál es tu rutina habitual?
TL: Recorrer la cubierta caminando hasta proa, revisar pastecas, puntos de escota, pernos, jarcia, todo. Revisar también adentro, destapar todo, los pisos, los tambuchos. Chequear los equipos, navegación, electrónica, cargadores, las esclusas, las entradas de agua al casco. Después ya estás tranquilo. Esto lo hago diariamente. A la hora que se cumple cada singladura anotar la posición en un cuaderno y en la carta, de modo de tener un backup en caso de que ocurriera una calamidad electrónica. Ese backup lo hago cada 24 horas si voy solamente a vela, o cada vez que se prende el motor cuando voy con barco con motor, porque anotás los controles del motor. A veces en los viajes largos hay que cuidar mucho las velas que raspan contra algún obenque por ejemplo. Hay travesías en popa que hay que cambiar la driza de spy para que no trabaje siempre en el mismo lugar.
LR: Cuál es tu entretenimiento abordo?
TL: Ver películas. Jugar al barreminas.
LR: Sos supersticioso?
TL: Un poco. Navegando por el Noreste de Brasil me hice devoto de Iemanjá, la diosa de los siete nombres. Cuando salís a navegar tenés que echar al mar un jabón, un frasco de perfume de lavanda, un espejo y un peine para que Ella se acicale, porque es muy vanidosa. Yo cumplo con este ritual para Iemanjá. Un poco supersticioso como te decía es por Iemanjá. El otro poco viene de confiar en la intuición, en la propia intuición. Lo que para un extraño puede parecer obra de un acto supersticioso. Ocurre que vos para tomar una decisión, por ejemplo para cambiar de rumbo, aplicar determinada táctica para el mal tiempo, salir o no salir a navegar, uno de los elementos de consulta es tu intuición, no hay un dato concreto que lo justifique, sólo te lo justifica tu intuición, y eso muchas veces es atribuido por el que te ve a un acto de superstición.
LR: Qué situaciones o cosas extraordinarias encontraste en tus singladuras oceánicas?
TL: Un eclipse total de luna cerca del Ecuador. Una aurora austral navegando por los Cuarenta. Una recalada en Tristan da Cunha donde no hay puerto y es algo absolutamente extraordinario tener el meteo para poder entrar. Bandadas de delfines, de focas. Fosforescencias.
LR: Qué encuentra el navegante al otro lado del océano?
TL: El cruce del Océano podría compararse con el cruce a Colonia. En el primer cruce a Colonia, sólo pensás en llegar, contás las horas para ver con qué te vas a encontrar al llegar. Pero con el tiempo, cuando cruzás varias veces, ya tenés la medida del tiempo que te lleva llegar a Colonia, lo sentís en tu cuerpo. Cuánto tardás en llegar al Mitre, cuánto tardás en cumplir cada etapa. Sabés que no podés llegar al canal Martín García si todavía no cruzaste el Playón de los barcos hundidos. Sabés qué tiempo de tu vida emplea el cruce a Colonia. Y ahí es cuando ya no tiene secretos para vos. Podés dormir en el trayecto, descansar. Con el cruce oceánico pasa algo parecido. En el primer cruce del Océano contás los días que te faltan para llegar, los marcás como un preso. Lo único que te importa es llegar. Ver qué vas a encontrar cuando llegues. Pero en los siguientes también vas aprendiendo a comprender cuánto tiempo biológico lleva el cruce. Cuando las tres semanas del cruce del océano equivalen a las ocho horas del cruce a Colonia, el cruce oceánico no tiene más secretos para vos. No importa llegar.
LR: Cumple su sueño el navegante que cruza el océano?
TL: Sí. Uno de los sueños. En realidad es un sueño más imprescindible que el de virar cabos. No siempre es necesario virar cabos, pero es imprescindible cruzar el océano.
LR: Hay un tesoro donde termina el arco iris?
TL: Sí. (Se niega a contarme cuál es)
LR: Es el navegante oceánico un privilegiado que hace realidad el sueño de todo nauta o un paria que no encuentra su destino?
TL: Pensar que esta entrevista la empezamos antes de la aventura con el Callas ... Pero no hubiera cambiado nada. Como tampoco cambia que ahora esté en Ushuaia. Le negamos amarra a dos buques del United Kingdom. De pasajeros. Venían de Malvinas. Al otro día ya estábamos condicionando la agenda Inglesa y la de CFK ...
Bueno, el lector no sabe que la ley con que los expulsamos la hicimos de abajo, contra silencio y represión, en los piquetes. En cada puerto que tocó la flota petrolera inglesa del 2011. Y esa campaña de un año, terminó el 27 de febrero. Exactamente un año después de que celebramos en Mar del Plata ...
En algún momento vamos a conseguir el motor para el bote de 7.5 de eslora para hacer un puente Cabo Vírgenes - Cabo Espíritu Santo. Y en los ratos de ocio, pasear por Malvinas. Sin pasaporte. Obvio! Como las respuestas al CUN para el que leyó esta nota.
A tu pregunta: Yo no diría que es una cosa o la otra. Mas bien las dos. Juntas o alternadas ... Sacale la “o”.

6 comentarios:

Ricardo Do Campo dijo...

Espectacular esta entrevista Alita. Un lujo leer a Tony Lopez, porque ademas de ser un apasionado por la nautica es un apasionado Argentino que dice y HACE cosas para que la verdad de la milanesa cambie. Mis respetos para él y gracias a vos por acercarnos un poquito a gente como Tony.

Bairon

la recalada dijo...

Gracias Riki! Me alegra mucho tu comentario!
Cariños
Alita

Unknown dijo...

Muy buena entrevista, Alicia. Y un honor inesperado que Tony citara la entrevista que me hiciste a mí, me puse colorado. Además de un gran navegante, es el único tipo que escribió con buena pluma en revistas de náutica, sus notas en BAB eran excelentes e inspiradoras. Mnadale un abrazo. JORGE Gonzalez

la recalada dijo...

Gracias Jorge! Se lo enviaré. Y no te pongas colorado pero la entrevista que te hice a vos tuvo también enorme repercusión y fue una de las mejores de La Recalada! No te sorprenda que Toni te haya citado.

Mario Marquinez Otálora dijo...

Que placer leer los comentarios de -tony para con los navegantes solitarios, ya sea cruzando el charco grande como el chiquito a Colonia,cuanta exactitud.y como decia un amigo ya fallecido: Naveguemos por cualquier lado, cerca de casa, la Polinesia esta en la mente.

felicitaciones,

Mario Marquinez

la recalada dijo...

Totalmente de acuerdo Mario. y muy hermosa la frase de tu amigo. Gracias!